Hacienda La Victoria es historia del café, tanto en Mérida como para Venezuela. Ahí, en el valle del Mocotíes, nos muestra el monumento que es, tal como un templo griego, mostrando solemnidad, cultura, historia y hasta elegancia.
La hacienda La Victoria es historia silente del café
La Hacienda La Victoria está en el valle del Mocotíes, saliendo de Santa Cruz de Mora en una bifurcación de la vía, una hacia El Vigía y la otra hacia Mérida, ahi nos encontramos con una espectacular construcción, que da fe, de la importancia que ha tenido el café en la economía de Mérida y de Venezuela. El café en el siglo XIX comienza a desplazar al cacao como principal elemento de la economía de Venezuela y, es el momento en que hombres visionarios actuaron con el objetivo de aprovechar tal situación.
Esta hacienda tuvo varios dueños hasta que llegó a manos del sr. Simon Noe Consalvi, quien inició los trabajos necesarios para convertirla en un moderno -para la época- centro de acopio, beneficio y comercio de café. Años más tarde, la compra el sr. Calogero Paparoni, inmigrante italiano quien había llegado a Santa Cruz de Mora siendo muy joven, fue su más famoso propietario, pues trajo la mejor maquinaria de la época, para el beneficio del café. Posteriormente, en el año 1991 uno de los descendientes del sr. Paparoni vende la hacienda al ejecutivo regional del estado Mérida, y se decidió su recuperación para convertirla en museo y centro de difusión de la cultura del café.
La mejor maquinaria
Al visitar la hacienda la Victoria, te encuentras con un museo dedicado a los inmigrantes. Un justo reconocimiento a hombres y mujeres de otras latitudes que vieron en Venezuela su nuevo hogar. Muchos de ellos le dedicaron sus vidas al cultivo, proceso y comercializacion del café.
El otro museo es el dedicado al café. Y es que toda la estructura, obviamente, fue concebida para desarrollar parte importante de la cadena de valor del café. Era un centro de recepción, de beneficio, secado y despacho de café, la mayoria exportado. El proceso post cosecha que se utilizaba era el Lavado, un proceso vigente y con excelentes resultados.
La maquinaria que se observa fue fabricada y traida de Inglaterra. Jhon Gordon Co. se lee en las placas de las maquinas. Se ven despulpadoras, trilladoras, hasta parte de lo que fue un gran secador de café en pergamino. La presencia de lo que fuera este secador, nos da una idea de la cantidad, del alto volumen de procesamiento del grano. Hay un inmenso patio de secado, con lozas de barro cocido, pero, debió ser muy dificil secar cafe en el patio, cuando el clima tendía a la lluvia. Estas maquinas, con toda seguridad, llegaron al puerto de Maracaibo de ahí, desembarcadas y, nuevamente embarcadas, hasta el puerto de la Ceiba. Luego en mulas, primeramente, y despues, con los años, transporte automotor.
El presente y el futuro
La hacienda La Victoria nos habla de un pasado de esplendor del café. ¿Pero, ahora, como puede aportar, semejante simbolo, a la caficultura actual? Podría convertirse en una fundación que pueda recibir y producir recursos. Ser autónoma en su funcionamiento, en su mantenimiento, dar empleo, capacitación, cursos de extension a los caficultores, laboratorio para analisis, catación y degustaciones de café, souvenirs, convertirse en sitio de valor e interés turístico. Un estudio para definir, lo mas util y lo mejor, para la estructura, para la caficultura, para el turismo, bien fundamentado, con los objetivos bien definidos, obviamente arrojaran unas excelentes conclusiones y recomendaciones.
La hacienda La Victoria dio mucho en el pasado, pero ahora, en el presente y con miras a impulsar el cafe de Mérida y de Venezuela, tiene mucho que dar y, usted querido lector, si le gusta el cafe, tiene que visitar la hacienda La Victoria.
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