El tiempo y el colegio

El tiempo y el colegio se convirtió en una explicación interesante.
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El tiempo en la playa era diversión, el día era cálido y vivo, más azul no podía ser, estaba ahí con unas amistades de la adolescencia. Iba a la playa con sus padres, era muy habitual, la playa estaba a un poco más de una hora de la ciudad. Rondaba los 16 años, pero allá se encontraba con amigos del liceo o de la urbanización, en el día era la playa, en las noches el malecón, lleno de conversaciones, música, y de fondo, el sonido de las olas y la brisa marina.

Un sonido interruptor y todo comienza desvanecerse rápidamente, siente la calidez del edredón, y está de vuelta en esta ¿realidad? Era el despertador del celular, programado a las 6:00 am, estiró levemente el brazo, lo alcanzó con la mano y, suavemente, deslizó el dedo en la pantalla apagando el sonido. Sumaba un nuevo día, uno más del año en curso, ya había completado varios años, tanto así, que ya tenía esposa e hijos.

El tiempo

En la otra mesa de noche, el celular de su esposa, también sonaba a las 6:00 am. Y comenzaban, ambos entre dormidos, a enviarse besos, solo el sonido con los labios, como los primeros trinos de las aves al amanecer, luego se buscaban, aún con los ojos cerrados y el beso, ahora en la boca. Se estiró levemente y se levantó, primero girando su tronco, a manera de quedar apoyado sobre su hombro y luego con el brazo fue subiendo su torso, de esa manera se cuidaba la espalda. Un leve paso por el baño para aliviar la vejiga, que siempre amanece llena. Ahora a la cocina, a preparar dos cafés.

Caminando despacio, desde la habitación hasta la cocina, enciende la luz de la despensa no la de la cocina, para darle oportunidad a que sus pupilas se adapten lentamente al nuevo día. Toma la Greca y le agrega agua hasta antes de la válvula, abre la gaveta y saca el café que guarda en un recipiente de vidrio con sello hermético. Al abrir el envase il profumo de un Catuai amarillo lo hizo inhalar profundamente cerrando los ojos. Lo despertó.

Dos tazas de café negro y una Moka Express. El tiempo y el colegio.

El tostado era medio y ya había determinado, previamente, que la cantidad de café era hasta la mitad del filtro. No lo presionó, solo lo asentó con unos ligeros golpes, lo insertó al depósito y le enroscó la parte superior de la Moka Express. Un nombre menos conocido, pero si, así se llama esa invención de Bialetti.

Ya nuevamente en la habitación —había llevado dos cafés, lo hacía todos los días— tanto él como su esposa, se sentaban en la cama y compartían el primer café del día. La ventana de la habitación da hacia el este y podían ver esas tonalidades rosáceas avanzando y venciendo la oscuridad de la noche. Lentamente, y viendo los primeros destellos de Helios, siguen disfrutando cada sorbo. Luego, ver la hora, salir de la cama y preparar todo para estar con los niños en el colegio y las otras actividades del día; todo marcado por ¿el tiempo?

Qué significa

Unas horas más tarde, ya más tranquilo y mientras bebía un café, recordó el sueño. A través de la ventana, la brisa movía las ramas de un Apamate, sus flores rosadas caían suavemente. Estuvo en la playa, pero como cuando tenía unos dieciséis años. «¿En sueños podemos viajar en el tiempo?» se preguntó. Pero, esa es una pregunta, que no podía responder. ¿O si? Quizás esa y otras respuestas están en lo más profundo de cada persona. Ese sueño lo hizo pensar en el hijo del cielo que, inexorablemente, y a sus debidos momentos, pide cuentas.

Unos años atrás, Einstein al explicar que el tiempo debe considerarse como una dimensión y, en conjunto con el espacio, forman lo que el denominó espacio – tiempo; y de acuerdo a la gravedad y la velocidad, puede curvarse y dilatarse. «¿El tiempo se estira o se contrae? pensó él. Pero, la física teórica, ni la experimental, eran su terreno.

El tiempo, al parecer, tiene varias formas de percibirlo, cuantas veces en momentos extremadamente agradables, las horas o minutos, se contraían y se diluían. O, la contra parte, porque hay una polaridad en todo, el tiempo se ralentiza ante un evento no tan agradable. y es como si el segundero tardara más en alcanzar la siguiente marca.

Sigue pasando

Habían pasado las fiestas navideñas, las reuniones familiares, los regalos y, había llegado enero, con la vuelta a lo cotidiano. El sol y el calor habitual de los días de carnaval, también eran parte del ¿pasado? Faltaban pocos días para la semana santa, y era como si hubiesen pasado dos páginas de una revista, de esas, que se ojea en una sala de espera. Él y su esposa estaban sentados en los cómodos sillones de la sala de su casa. Su hijo mayor, de unos diez años, jugaba sentado en el piso, con unos carritos Matchbox que tenía sobre la mesa de centro. La conversación giró a lo rápido que habían pasado los días.

—Hace tan poco estábamos celebrando el año nuevo. —dijo ella— pasó el carnaval y ya viene semana santa.

La temperatura de la noche era agradable, habían disfrutado la cena, y continuaba la conversación.

—Si, a veces pienso que el tiempo se ajusta a tu situación, si te gusta, se acelera, y cuando no, se dilata. —decía él— Cuando esperas una hora con ansias, las agujas del reloj, parecen frenarse.

—La relatividad de Einstein explica que el tiempo y el espacio son relativos, pero, todos los días experimentamos esa relatividad aquí mismo. —dijo él, mientras miraba a su otro hijo, que llegaba con más carritos.

La mejor explicación

El niño le enseñó un carrito nuevo que mami le había comprado.

—Cada vez que salimos, está pendiente que le compre carritos, parece que conoce todos los sitios donde los venden, ese, fue esta tarde. —dijo ella, viéndolo cariñosamente— le encantan.

Después de enseñarle el carrito a su papá, un Shelby GT 500 de 1971, se sentó al lado de su hermano a jugar.

—Lo cierto es que al paso que vamos, estaremos en diciembre, otra vez, muy, pero muy pronto. —«Qué buen gusto tiene, quisiera uno así pero de verdad, verdad» pensaba él mientras veía el carrito.

El niño mayor, que aparentemente, no los estaba escuchando, les dijo, viendo uno de sus carritos: —¡mamá, papá! ¿Saben por que, a ustedes, el tiempo se les pasa tan rápido?

Ella y él se miraron sorprendidos y volvieron sus caras al hijo, y ella preguntó: —¿por qué hijo?

—¡Porque ustedes no van al colegio! —Les dijo y siguió jugando.

Se quedaron pensativos, se vieron y era como si, telepáticamente, estuvieran de acuerdo que el tiempo, se alarga o se acorta,varía según la construcción mental de cada persona.

«Por que ustedes no van al colegio» pensó él, mientras bebía el café en la cama, junto a su esposa, al amanecer siguiente.

Escrito por:

José Luis Araque al lado de una despulpadora de café
José Luis Araque es Magíster en Gerencia de Empresas mención Mercadeo. Productor y tostador de Café. Barista SCA

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La Trepadora una novela escrita con café

«Entre lomas herbosas y laderas pobladas de cafetales…» así comienza La Trepadora obra de Rómulo Gallegos publicada en 1925. Estas primeras líneas emocionan y llaman la atención a un amante del café. La novela plantea el mestizaje que moldea la nación venezolana, el esfuerzo, la voluntad por hacerse un lugar en la sociedad y esa lucha interna entre dejarse llevar por las pasiones bajas y los pensamientos más elevados de cada ser humano.

La Trepadora tiene aroma a café

Y el segundo párrafo inicia de esta manera: «Por detrás de la iglesia y a lo largo del pueblo, la alta y sombría cortina de los guamos y bucares que cobijan los cafetales» Guamos y Bucares dos árboles asociados al cultivo de café, específicamente para proporcionar sombra, esta parte inicial de la obra cautiva a cualquier productor de café.

El guamo o árbol de guamo, aunque hay varias especies, sobre el Inga densiflora se realizó un estudio conducido por la Universidad del Valle, Colombia. En los resultados, se describe que este árbol en los cafetales, produce un mayor porcentaje de nitrógeno, que cae al suelo en forma de hojas secas y, estas son descompuestas por la actividad de microorganismos, liberando este importante nutriente. El árbol provee un abono natural y fácil de asimilar por los cafetos. Disminuye la temperatura del suelo y aumenta la capa vegetal. Crea un microclima favorable para aves y fauna silvestre. Un árbol benéfico para el cultivo del café.

Ejemplar de La Trepadora con una taza de café.

Los bucares, estos arboles tambien son familiares entre los productores de café. Su nombre científico es Erythrina poeppigiana y van desde los 10 hasta los 30 metros de altura. En la parte superior, abren sus ramas cubriendo los cafetos, y sus hojas, al caer al suelo, contienen alto contenido de nitrógeno. Estas hojas al igual que las hojas del guamo, son descompuestas por microorganismos y permiten la asimilación de nutrientes. Los bucares tienen unas hermosas flores entre rojo y naranja, que van creando una especie de alfombra alrededor de su tronco. Por sus flores, atraen una gran cantidad de aves, entonces, el productor de café puede convertir su finca en una ruta de observación y, de esta manera, puede obtener ingresos por turismo y café.

Azulejo entre las flores de un Bucare
El Bucare atrae a una gran diversidad de aves.

La gente que llegaba a trabajar el café

Hilario Guanipa hijo natural de Jaime del Casal —dueño de la hacienda Cantarrana— y de Modesta Guanipa. Esta última había llegado con su madre Gregoria, en época de cosecha como «cogedoras de café», así como muchas otras personas venían de los pueblos cercanos, a trabajar en las haciendas. El autor describe a Modesta como de «rústica belleza» y los trabajadores de la finca la llamaban La flor de Caucaguita pues, eran de ese pueblo. Gallegos, en esta parte de la obra, menciona un hecho social que también ocurrió en el Táchira, refiriéndose al movimiento de personas de diferentes pueblos, y en el caso tachirense, venían incluso de Colombia a trabajar en las haciendas del café. Arturo Guillermo Muñoz en su obra El Táchira fronterizo refleja este fenómeno.

«El desarrollo de la industria del café durante las décadas siguientes a la guerra federal, atrajo una nueva ola de campesinos, la cual llegó al máximo durante la explosión cafetera de 1880 y 1890» y, luego Muñoz, escribe lo siguiente: «Muchos de los peones colombianos que inmigraban al Táchira para trabajar en las haciendas, se establecían en la región, y casi siempre talaban un pedazo de bosque para fundar su propia granja»

cantarrana

Llegando a Cantarrana —la propiedad de su padre, don Jaime del Casal—, Hilario Guanipa se detuvo un momento a observar esas tierras. «Desde allí se dominaba toda la hacienda extendida por las laderas del monte, y más allá, hasta donde alcanzaba la vista, el vasto panorama de los valles del Tuy». Esta descripción ubica a Cantarrana, a la novela, en el actual estado Miranda. Esto en cuanto a lo geográfico .

En cuanto a lo temporal, la obra debe ubicarse desde finales de 1800 hasta 1924 -1925, que por cierto, este último, es el año en que se publica la novela. ¿Porque hasta 1925? Cuando el autor hace la descripción de Nicolás del Casal, nieto de don Jaime del Casal, educado por su tía Eleonora en Hamburgo, Alemania, lo describe como un mozo de 25 años. Narra que, estando en Alemania, en el último año de la guerra, al cumplir 18 años, se alista bajo la bandera alemana y va a cumplir su servicio. Se refiere a la primera guerra mundial que culminó en 1918, entonces quiere decir que si Nicolás del Casal, tenía 18 años en el último año de la guerra, entonces nació alrededor de 1900. Y, si era descrito como de 25 años, en la novela, en su parte final, corría 1925.

El beneficio del café

En la obra se menciona la recogida del café, y también, parte de esa faena relativa al beneficio. «…el gran patio enladrillado donde unos muchachos provistos de rastrillos removían el grano recién lavado que allí se secaba al sol; los corredores del contorno, bajo los cuales un centenar de mujeres, sentadas ante las mesas de escoger, lo iban clasificando a medida que salía de las trillas y descerezadoras…» En esta parte se describe el secado del café al sol, extendido en los patios, el café debe moverse de manera constante, utilizando unos rastrillos de madera. Por otro lado, se menciona la limpieza, la selección de las almendras de café verde recién trilladas, a fin de retirar granos fracturados, mordidos, negros o algún objeto extraño, esto con el objeto de tener mayor calidad.

Café en pergamino seco procesado con Lavado
Cafe en pergamino seco – proceso lavado

«…el ir y venir de los peones que los transportaban en sacos a los depósitos y de los arrieros que de allí lo sacaban para cargar las recuas de mulas que los conducirían a Caracas…» En cuanto a los sacos, la medida es de 60 kilos y, a las mulas, se le cargaban dos sacos, o una carga de café que equivale a 120 kilos. Otra medida utilizada es el quintal, que corresponde a 46 kilos de café verde. Aunque, para efectos de exportación, la medida que mayormente ha sido utilizada, son los sacos de 60 kilos. Las recuas de mulas eran el transporte, para esa época quien tenía mulas, era el equivalente moderno de poseer una empresa de transporte. Las mulas se cargaban y, con estos generosos y útiles animales, se trasladaba el café hasta los almacenes de las exportadoras, generalmente, casas alemanas.

Las casas alemanas

A mediados del siglo XIX comerciantes alemanes comenzaron a llegar a Venezuela. Ciudad Bolívar, Caracas, Maracaibo y San Cristóbal, los vieron llegar, establecerse y crear casas comerciales. Estas casas exportaban materias primas, como el café, e importaban herramientas, maquinarias, ropa, instrumentos musicales, vinos, aceites, en fin, la lista era muy amplia. También funcionaban como entes financieros proporcionando créditos a los dueños de haciendas. En la obra se menciona a la firma Hanssen & Co., esta empresa recibía todo el café de Cantarrana, tal como lo narra Gallegos.

Aquí, se observa la actuación de estas casas en la región central, al igual que ocurrió en el occidente del país, en ese triángulo comercial, definido por Maracaibo, San Cristóbal y Cúcuta; que establecieron los alemanes para exportar el café. En Táchira, por ejemplo, se establecieron la Minlos & Breuer, Anderssen & Moller, la Van Dissel & Rode que las personas llamaban la Botica alemana y, con los años, la Casa Steinvorth, cuyo edificio aún se encuentra en pie en San Cristóbal.

Guanipa

Hilario Guanipa regresa a su pueblo, después de varios años en los llanos y, al ver Cantarrana —la hacienda de café de su padre—, dijo: —¡Todo esto será mío dentro de poco!— Y lo logró. La motivación del amor a Adelaida a quien pretendía llevarse una noche, pero las notas de un nocturno de Chopin, calmaron a esa parte de centauro que todos tenemos y lo hizo ascender a la razón. Recuperar La Haciendita, los cafetales, el café que al ser bien tratado responde con agradecimiento y fortuna. Hacerse de Cantarrana y, ahora, en una mejor posición social, ganada con laboriosidad e ingenio, va en búsqueda de la amada, pero no como el mayordomo, sino como el dueño de hacienda.

Victoria

Adelaida, pacientemente, soporta brutalidades de Hilario, pero, sabe que es su tarea, su camino marcado por ella misma, cuando le dijo a don Jaime del Casal: —Padrino. ¡Yo seré esa mujer! La que ayudaría, a encaminar el alma de su amado hacia el bien y el alejamiento del vicio. Luego, con los años, la hija soñadora, encantada y emocionada, por una vida de renombre en la sociedad, pero, que se ve frenada por un apellido indio, cerrero e indómito: Guanipa.

Pero, la mente que todo lo crea, le da a ella, el apellido que no había aceptado su padre, Nicolas del Casal se enamora de ella. Y cuando Hilario se entera que el muchacho venía a Cantarrana a pedir la mano de su hija, lo esperaba para emboscarlo, con su alma atrapada en un remolino en el plexo solar. Pero al verlo, vio a su padre por quien siempre sintió un profundo respeto, su corazón se tranquilizó y ennobleció, permitiendo la llegada del joven y Adelaida comprendió que le había cumplido a su padrino. El avance de la trepadora que ahoga los cafetos y la vida de las personas en forma de viles sentimientos, por fin se cortó, y así fue, la victoria de Victoria.

Escrito por

José Luis Araque al lado de una despulpadora de café
José Luis Araque es Magíster en Gerencia de Empresas mención Mercadeo. Productor y tostador de Café. Barista SCA

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